Llevo ya varios meses sin comprar
ropa (miento, en Navidad me compré un vestido por 35€ porque lo quería para
bailar Swing, pero sin contar eso puedo decir que varios meses, sí)
El caso es que me propuse hace
tiempo no consumir en este sector por las posibilidades que había de hacerlo de
otra manera, y me siento muy contenta de los resultados.
Empecé hace cuatro
años yendo al mercadillo del trueque que organizaban el segundo sábado de cada
mes en Parque de las Avenidas.
Almudena y yo comenzamos a ir llevando nuestra
manta con todo aquello que ya no usábamos e intentándolo intercambiar por cosas
que otra gente llevaba. Nos volvimos asíduas, y era divertido intercambiar, ver
cómo el valor de las cosas es lo que tu le des, no el que una tiendas o marcas le ponen, y observar a los niños que llevaban sus juguetes para intercambiar. La
ropa era uno de los productos estrella. Había gente que sólo ponía ropa en sus
mantas, queriendo renovar su vestuario.
Después conocimos las tiendas de
truque que abrieron en Madrid. Adelita, en la calle Arenal pero que ya cerro, y
Abrete Sésamo en Noviciado 9. Es en esta última donde más cosas he intercambiado.
Con mi tarjeta de puntos, que es el sistema que utilizan, he ido llevándome
bolsos, zapatos, vestidos, corbatas, jerséis. A veces decía en casa: Necesito
tal o cual. Y por la tarde me presentaba allí a ver si lo encontraba.
Otra de mis fuentes de suministro
de ropa fueron mis amigas. Si iban a dar ropa, antes me llamaban, miraban las
bolsas con cosas y me quedaba con lo que me gustaba. Igual hacía yo, antes de
llevar las cosas al trueque alguna de ellas husmeaba primero por si quería algo, y ahora ver a alguna con cosas mías me hace ilusión. Incluso una vez hicimos una reunión en casa de una de ellas para intercambiar
ropa, llevando cada una lo que no nos poníamos. Y ahora me encanta abrir mi
armario y coger la ropa diciendo: esto es de tal, esto de cual.
Así que aquí os dejo unos ejemplos de la ropa que me pongo, para que veáis de donde viene :
Hace un año y pico me apunté a un
curso de reciclaje de ropa. Fue un mes entero y tuve la suerte de tener al
profe sólo para mí. Convertimos una falta en vestido, una camisa de mi padre en
camiseta de tirantes, arreglamos una camiseta que no me gustaba la forma y reconstruimos un pantalón medio roto.
Mi última transformación: unos
calcetines convertidos en guantes, bueno mitones.
Claro que de vez en cuando me
viene a la cabeza cosas como: quiero una falda vaquera porque me pegaría con
esto, esto o esto. O: ese vestido es precioso, voy a comprármelo. O: necesito
una falda para bailar, o tal o cual.
Pero entonces lo pienso un poco y lo dejo
reposar. Realmente necesitar necesitar no necesito nada. Tengo de todo. Así que
si mi cabeza se pone muy pesada me voy a alguna tienda de segunda mano, que
aquí en Lisboa hay muchas, o intento mirar mi armario y hacer combinaciones que
no he hecho nunca. Al final, funciona ;)
Genial!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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