miércoles, 2 de abril de 2014

TUR- pensar- ISMO: Se intenta

Llevo haciendo un poco de turismo sostenible desde hace tiempo sin saberlo.
Es cierto que no piensas en todo lo que ello implica cuando viajas, pero a mi lo que me gusta es hacer una inmersión en la cultura que visitas, alejarme un poco del turismo preestablecido y adentrarme en aquello que pertenece más a las raíces del lugar.
Es cierto que se podría hacer más. Ahora tengo un viaje a Dinamarca con unas amigas, y voy a intentar informarme más sobre esto. Pero hasta ahora tengo algunas anécdotas que recuperar de mi memoria.


- África. Siempre que he viajado a ese país lo he hecho teniendo en cuenta los proyectos locales y las iniciativas que surgían de los pequeños productores. Casi todos los viajes han sido por voluntariado o trabajo, asi que al final este aspecto ha sido cubierto sin problemas porque todos los proyectos en los que estaba eran de empoderamiento de las personas y grupos locales.
Y creo que es la forma en que hay que viajar a lugares como África, ya que como dicen en este artículo: los ingresos generados por este sector no benefician a los que más lo necesitan. La mayoría de los turistas que llegan a África viajan con paquetes cerrados donde todo está incluido El 80% del dinero pagado por estos viajes va a las aerolíneas, hoteles y otras compañías internacionales (que normalmente tienen sus sedes en los países de donde proceden los viajeros) y no a los negocios locales. Además, gran parte  del dinero que se queda en el país (alrededor del 20% restante) suele perderse y tampoco llega a la población local.

- Pueblos de España.

Desde hace unos años la opción de visitar España ha sido siempre a través de casas rurales, incluyendo el tema de la ecología si era posible, pero sobretodo apoyando el comercio local.
Recuerdo unos apartamentos que alquilamos en un pequeño pueblo de Salamanca, en San Esteban de la Sierra, cerca de la Alberca, donde era una familia joven la que alquilaba el espacio para sacar un dinero. Y otro en Monfrague, un matrimonio mayor que alquilaba la parte alta de su casa.

El verano pasado hacíamos parada en Girona dos días y reservamos una habitación en una casa agro-ecológica, gestionada a través de paneles solares, con un gallinero y una huerta propia de donde sacaron las hortalizas y los huevos para la cena

Y en el Camino de Santiago recuerdo con mayor intensidad un pueblo apartado donde el único lugar en el que podías comer era una pequeña tasca donde una señora te preparaba lo que tenía ese día.


- Con cariño guardo imágenes de un lugar de Sicilia del que no recuerdo exactamente el nombre, en el que nos alojamos Almudena y yo hace dos años cuando visitamos el país.
Fue ella quien lo encontró. Un terreno autosostenible, con naranjos, huerta, animales, mirando al mar, con una casa antigua reformada pero con ese toque que no se pierde, unos propietarios jóvenes que habían heredado las tierras y lo habían convertido en un lugar encantador. Cenamos en el enorme salón de piedra, con chimenea, con vajilla de barro, una selección de productos locales riquísimos. Desayunamos yogur casero, cereales, frutas de la huerta y recuerdo que les compramos la miel que elaboraban, que era buenísima y que luego no nos podíamos llevar en el avión porque el tarro era enorme así que la peripecia del último día de las vacaciones fue encontrar una tienda donde comprar tarros pequeños de cristal de las medidas que sí permitía el aeropuerto. Una aventura.
  



Mi Semana Santa este año va a ser tranquila, pero para el verano ya he empezado a pensar en algunas opciones que dejamos en las páginas que os ofrecimos el lunes, donde creo que hay una buena selección para que empecéis por algún lado los que no habíais pensado mucho en este tema. Pero además os dejo algunas opciones para estas fiestas que llegan en pocos días, de una página solidaria que tiene muy buenas iniciativas. 

Ana*

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